El cohousing se ha convertido en una posibilidad firme de vivir la vejez diferente de las que había hasta ahora: en el propio domicilio o con familiares, en pisos con servicios o tutelados o en residencias geriátricas. Pero el cohousing sénior, las cooperativas de personas mayores, no sólo se estructura alrededor de un diseño arquitectónico acorde en comodidad y practicidad a sus necesidades presentes y futuras, también responde a las diferentes características y motivaciones de los grupos, sus motivaciones y dinámicas, así como las maneras que tienen de organizar y gestionar la convivencia y los cuidados, y es en todos estos aspectos donde hay que determinar el papel de nuevos profesionales de la intervención social.

El surgimiento de las cooperativas de personas mayores

En el año 2000 se inauguró la primera cooperativa de personas mayores, el Residencial Santa Clara, construida en Málaga por parte de un grupo de vecinos y amigos de una parroquia de barrio. Encabezado por una profesora que trabajó como voluntaria en los antiguos asilos y que había tenido que cuidar a su madre en casa, constituyeron una cooperativa a partir los ahorros que tenían y las aportaciones que hicieron periódicamente los socios. Primero, compraron un terreno, y luego construyeron un edificio con apartamentos y muchos espacios comunes para actividades de todo tipo. A diferencia de muchas cooperativas de vivienda, una vez la construcción del edificio se terminó la cooperativa no se disolvió, sino que mantuvo la propiedad del edificio, su gestión y la de todos los servicios que los cooperativistas necessitesin hasta el final de la vida, incluyendo la atención a la dependencia. La cooperativa se convirtió en el instrumento que tenía este grupo para envejecer como ellos querían, por «autogestionar su futuro».

En 2013, después de una larga carrera de obstáculos, entre los que había principalmente la burbuja inmobiliaria, se construyeron cuatro proyectos más: Servimayor, La Muralleta, Profuturo y Trabensol. Los cuatro muy diferentes pero con una misma idea: construir un centro para autogestionar la propia vejez. Alentados por la inauguración de Santa Clara, estos grupos decidieron llevar a cabo una idea que muchos de ellos tenían pero que hasta entonces creían demasiado irreal. Los cuatro proyectos acabaron concretándose con formas diferentes, algunos incluso convirtiéndose centros geriátricos en forma de cooperativa autogestionada. Respondían a una misma insatisfacción, que de hecho es generacional y que va más allá del cohousing sénior: no quieren «depender» de sus hijos ni quedarse aislados en su propia casa o en una residencia, quieren continuando siendo autónomos y decidiendo sobre la su propia vida.

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